lunes, 14 de marzo de 2011

Mírame volver, subir por tus pestañas... (Primer ensayo)


No es fácil volver. Con la frente marchita o como sea. Juntar a un grupo de treintones, con familias a cuestas, y convencerlos de encerrarse dos horas para sonar como cuando tenían veinte puede ser una tarea física y mentalmente extenuante. A ratos frustrante también. Pero esa no fue una excusa antes y tampoco lo es ahora.
La Monja volvió, quién sabe por cuánto. Durante un rato algunos acordes llamaron a la esperanza y otros al abandono inmediato. Pero esto es La Monja y rendirse nunca estuvo en nuestro diccionario. Faltan varias palabras en nuestro diccionario en realidad. De hecho algunas como "puntualidad", "afinación", "ritmo" y "talento" están tan borrosas que es como si no estuvieran. 
El ensayo empezó tarde y confuso, y terminó caluroso e incierto. Poco que sacar en limpio: los dedos entumecidos de los músicos tras los años de inactividad, un efecto que nunca fue el que debía ser, los 15 minutos afinando la guitarra, los 39 probando un arreglo que no funcionó, las dos latas de bebida, la baqueta prestada por una banda de funk, los zapatos del Pelao y la conversa en el estacionamiento. 
Nos faltó uno, pero podrían faltar varios. Uno nunca sabe. Al final la Monja somos todos y ninguno. 
En suma, el primer ensayo tuvo mucho de hito y otro poco de desastre. La Monja en su máxima expresión. Sí, es verdad, estamos de vuelta.